Me levanto por las mañanas con la sensación de haber sido apalizada durante la noche. Me debato en poner un pie en el suelo, o quedarme en la cama. Bien poco me importa lo que el día de hoy acontezca. Creo estar volviendome loca, o quizás ya lo esté. Por mi cabeza pasan toda clase de ideas de lo más extraño y cada día me hago la misma pregunta, la misma promesa. "¿Que estoy haciendo? Voy a cambiar." No encuentro respuesta a mi interrogante, pero lo prometido poco a poco se va cumpliendo, no como esperaba, pero sí. Sí, definitivamente me he vuelto loca. Me agobia de mí misma, me miro al espejo y desearía ser otra persona. Entonces, cojo una cuchilla de afeitar y efectúo unos cortes en la parte inferior de la muñeca. La sangre brota, noto las punzadas de escozor. Absorvo un poco de la sangre y a continuación meto la herida bajo el agua del grifo. Entonces cesa, o al menos calma. Me voy a dormir con la cabeza en los mismos pensamientos, pero con el corazón congelado.
Las lágrimas intentan brotar, pero ya lo han hecho en forma de líquido rojo...